¿Por qué debemos trasplantar y cuándo? Debemos trasplantar una planta cuando las raíces están demasiado apretadas en la maceta y no pueden desarrollarse correctamente. Para averiguar si la planta está en esa situación, agarra la planta por la base del tallo y, a continuación, dale la vuelta sacándola de la maceta. Si aparecen muchas raíces sin tierra, es hora de trasplantarla. Lo más recomendado es trasplantar en primavera, porque en esa época la planta va hacia un período de mucho crecimiento, por lo que el agarre será óptimo.
Vamos a continuación con la metodología del trasplante. Lo primero que tienes que hacer es elegir una maceta de barro o de plástico con un diámetro ligeramente superior al anterior (de 2 a 4 cm. como máximo). Coloca en el fondo de la nueva maceta un mantón de grava, para conseguir un buen drenaje en la misma.
Coloca algunos centímetros de abono compuesto en el fondo de la maceta, coloca el terrón en el centro y recubre el perímetro con más abono hasta dos centímetros del borde, para evitar que se desborde el agua en los riegos. Prensa el contorno de la maceta firmemente con la mano para apretar la mezcla y evitar que queden bolsas de aire en contacto con las raíces.
Con el objetivo de favorecer un buen agarre de las raíces al mantillo, es recomendable esperar al menos 24 horas antes del primer riego para hacer que las raíces se extiendan en busca de agua. Recuerda también que con una planta recién trasplantada es recomendable esperar un mes antes de añadir fertilizantes.
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